La esperanza de su madre by Francine Rivers

La esperanza de su madre by Francine Rivers

autor:Francine Rivers [Rivers, Francine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: FICTION / Christian / General, FICTION / General
editor: Tyndale House Publishers
publicado: 2010-09-27T00:00:00+00:00


21

1927

Después de tres años de trabajar en la granja, Papá ganó suficiente dinero para construir un porche largo cerrado, como dormitorio, en la parte de atrás de la casa. Puso ventanas con mosquitero y una división, con un armario en cada lado. Construyó literas para Hildemara, de diez años, y Clotilde, de ocho, y una cama plegadiza para Rikki, que a los cinco años todavía era la beba de la familia. Al otro lado de la división, Bernie tenía una habitación para él solo, con una cama de verdad y un tocador que Mamá había comprado por catálogo. También había comprado colchones.

A Hildemara le encantó el nuevo dormitorio hasta que llegó el frío. Ni las persianas de invierno podían mantener el frío afuera. Papá colgó lona afuera y la enganchó abajo durante diciembre y enero, lo cual hacía que el cuarto fuera oscuro y frío. Mamá entraba por la puerta de atrás cada mañana después de que había avivado el fuego de la salamandra. Las niñas salían en tropel de la cama, tomaban su ropa, se metían a la casa corriendo y se juntaban alrededor de la salamandra para calentarse. Hildemara dormía en la parte de arriba de la litera y siempre terminaba siendo la última y, por lo tanto, quedaba fuera del círculo de calor. Mientras Clotilde y Rikka se empujaban mutuamente, Hildemara trataba de meterse lo más cerca que pudiera, temblando, hasta que el calor penetraba en sus delgados brazos y piernas.

—Iré a ver a los Musashi esta tarde —anunció Mamá una mañana.

—Desiste, Marta. A ellos les gusta ser reservados.

—No vendría mal volver a intentarlo.

La familia Musashi tenía veinticuatro hectáreas al otro lado de la calle, ocho de almendros, cuatro de uvas y el resto de vegetales que cambiaban con la estación, y no tenían hierba mala en ningún lugar. El establo, los cobertizos y las edificaciones anexas eran sólidos y estaban pintados, al igual que la casa de postes y vigas de madera, con puertas corredizas. Hildemara se preguntaba dónde dormirían los siete hijos hasta que Bernie dijo que Andrew le había contado que su padre había construido un dormitorio para los niños y otro para las niñas, cada uno con puertas corredizas que daban al salón y a la cocina.

Bernie, Hildemara y Clotilde veían a los niños Musashi todos los días en la escuela. Tenían nombres estadounidenses: Andrew Jackson, Patrick Henry, Ulysess Grant, George Washington, Betsy Ross, Dolly Madison y Abigail Adams. Cada uno de ellos era buen estudiante, y los varones impresionaban a Bernie con sus habilidades en los deportes. Él tenía que trabajar duro para ser el mejor cuando los niños Musashi se unían a algún juego. Las niñas eran tranquilas, estudiosas y corteses, pero nunca tenían mucho que decir, lo que hacía que Hildemara se sintiera incómoda. Ella prefería ser de las que escuchan en vez de tener que pensar en qué decir. A Hildemara le gustaba más la compañía de Elizabeth. Ella siempre tenía cosas de que hablar: la última película que



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